Mi ángel llamado Gabriela
Por: María Isabel Molina
Era una tarde de mayo de 1997, y tenía que acudir al encuentro de un antiguo novio que había tenido durante mis últimos años de colegio. Ya tenía la edad de veinte años, pero aun llevaba el sufrimiento acuestas de haber perdido a mi padre cinco años atrás. Aun vivía deseando estar con él, pero sobre todo aun vivía con esas ganas impresionantes de morir.
Todos los días de mi vida, desde que él había muerto, yo le rezaba a Dios para que hoy fuera mi día, para que hoy la muerte decidiera ser benévola y me invitara a seguir su camino. Todos los días, en cada una de mis horas, suplicando por mi muerte.
Pero no fue hasta ese día de mayo, en que entendería que Dios tenía otros planes con mi vida.
Eran más o menos las cinco de la tarde, llegue al lugar con un poco de afán, solo tenía media hora para cruzar algunas palabras con mi ex novio, pero todo dejaría de importar después de que él me confirmara mis sospechas. Me dijo: “Mona tienes que estar calmada para lo que te voy a decir, es mejor que te sientes y respires…” -habla rápido que tengo afán!!. Me respondió diciéndome: “Estas embarazada”!!!. De inmediato sentí que el mundo se caía a pedazos!!! No lo podía creer, cómo era que me pasaba eso justo cuando me encontraba haciendo un curso especializado para irme a Estados Unidos a estudiar.
Salí corriendo de inmediato, no quería estar con él, mucho menos sabiendo cual era su posición.
Llegue a mi apartamento, empaque mis cosas y tome el primer bus que salía hacia mi ciudad de origen, a donde me estarían esperando mi grupo de mejores amigas. No paraba de llorar, no paraba de pensar en todo lo que me iban a decir, pero sobre todo no paraba de pensar que la única propuesta que me había hecho el padre, era la de un aborto.
Pase casi dos días sin parar de llorar, sin encontrar una respuesta que me llenara de paz.
Me practique dos pruebas más, decían lo mismo… Positivo!!!.
Hasta que en una de nuestras charlas, una de mis amigas hablo como si fuera un ángel. Llego y me dijo: “monita llevas cinco años pidiéndole a Dios y a la muerte que vengan por ti, llevas cinco años sumida en un dolor que no te deja ser feliz. No te parece que este bebe es una señal , no piensas que este bebe podría ser la salvación de tu vida???”. Señal, salvación, razón, vida. Palabras que adquirieron sentido. Otra de mis amigas, volteo y me dijo: “No te vamos a dejar sola, este bebe será de todas”. De inmediato puse mis manos, en mi vientre, y le dije: “bebe será que tu viniste al mundo a salvarme la vida???”. De inmediato sentí que no necesitaba pensar más, que no necesitaba más consejos y sobre todo no necesitaba a nadie más.
Estaba resuelto, no abortaría!!! Pero de inmediato apareció el padre, para decirme una vez más que ya todo estaba listo para el legrado. Otra vez salí corriendo, pero ya no huyendo, sino a buscando protección!!!. Llegue a la casa de mi madre, y le conté la noticia, no lo tomo nada bien, pero me dijo lo que necesitaba escuchar: “tendrás a tu bebe!!! Nada ni nadie te lo va a quitar!!!”.
Los días que siguieron no fueron nada fáciles, parte de mi familia estaba en contra de que a mi edad fuera a ser mamá y mucho menos sabiendo que no tenía los medios económicos para traer a una criatura al mundo. Me culparon de irresponsable, mala hija y sobre todo, me sindicaron de querer amarrar al padre de mi bebe, el cual ya se encontraba en otra relación.
Por primera vez en mi vida me sentí fuerte, sentí que podía contra el mundo entero, pero sobre todo me sentí una leona. Volví y puse las manos en mi vientre y le dije: “bebe no te conozco, no se quién eres, pero mantente tranquilo ahí adentro, que no dejare que nada, ni nadie te haga daño”.
El mundo dejó de importar. Sí, por momentos me sentí sola, lloré otras tantas noches, no era fácil saber que iba a ser madre soltera. Pero gracias a la vida, las personas que más me amaban, hicieron un escudo de protección alrededor mío. No se hizo esperar la primera ecografía!!! Fue un regalo de mi madre. No sabía que la vida vida tenía un sonido tan maravilloso, hasta que pusieron el aparatico para que pudiera escuchar su corazoncito. Era mi bebe!!! era mi ángel!!!.
Mi embarazo no fue fácil. Tuve cuatro amenazas de aborto. Pero mi bebe y yo las resistimos todas.
Decidí que el nombre seria Gabriel si era niño, o Gabriela si era niña; porque era el nombre del ángel que le llevó a María la buena nueva. Y este bebe era mi mensaje de salvación.
Fue una niña!!!. Pelirroja, de ojos verde esmeralda, blanca como un copo de nieve, ínfima, flaquita, pero hermosa. Apenas la vi, se me vinieron las lagrimas, no podía creer que tanta belleza saliera de mi ser. Le conté los deditos verificando que estuviera completica. En la sala de partos solo estábamos ella, los médicos y yo. Puesta en mi pecho, sintiéndola, besándola, oliéndola. No importaba estar sola, importaba que ella ya estaba allí, tan perfecta, tan divina, tan chiquita. Ya no importaba ser tan joven, ya no importaba dejar mi vida pasada. Lo único que importaba era que mi vida le pertenecía y que ahora ella era la dueña de mis pensamientos, de mis amores, y de mis sueños.
La depresión pos-parto me dio por perder el sueño completamente, 24-7 mi atención estaba puesta en ella. Cuando ya no podía más por el agotamiento, la ponía en mi pecho y era la única forma de la que yo pudiera dormir. A veces cuando no sabia por que lloraba, yo también me ponía a llorar -muchas veces creía que no era buena mamá-. El miedo era una constante, que no le fuera a pasar nada, que nada la rosara, que estuviera siempre limpia y que nunca sintiera hambre.
Quería ser la mamá perfecta!!! Que no le faltara nada, que mi amor le llenara su corazoncito.
Siempre le ponía mi dedito índice para que sus manitos se agarraran de el.
Conseguí un espejito de esos que tienen los odontólogos, para estarla chequeando de que estuviera respirando.
Y así fueron pasando nuestros días, amándonos de una forma sobrenatural, contemplando su belleza, peinándola, jugando con ella a las muñecas. Enseñándole a gatear con una toalla, después sosteniéndola para que diera sus primeros pasos. Poniéndole música, enseñándole a brincar.
Atrás quedaron las noches de bares y amigos, ahora estaban de moda las pijamadas, la guerra de almohadas, acostarnos abrazadas a ver películas, salir a comer helado, montarnos en caballitos del carrusel, en fin, todo ese maravilloso mundo de los locos bajitos.
Ahora Gaby, tiene veinte años, es una de las mujeres más brillantes que he conocido. La primera de su clase, la ganadora de excelencia académica de su facultad todos los semestres, mi polo a tierra, pero sobre todo mi apoyo incondicional.
A veces pienso que la vida paso muy rápido y habría podido hacer muchas más locuras con ella. Pero no es del todo cierto, por que no me perdí ni un solo día de su existencia.
Ella me admira de una forma que no entiendo porque. Me ve fuerte, aguerrida y valora mucho el tiempo que estuvimos solitas. Me dedica canciones como “Rockabye de Clean Bandit”.
Y yo la veo tan perfecta que no me explico que hice para merecer a una hija tan especial, y sobre todo tan fuerte.
La vida de una madre soltera es muy dura, cargada de una gran soledad. Pero siempre tendrá el amor de su cría. Un amor que todo lo puede y todo lo soporta. Gaby me enseñó un amor sin limites ni condiciones. Un amor que no está escrito con palabras, sino con el alma.