Amor de mariposas

Después de tres meses regreso con Bernardo. Dice quererme y extrañarme. La relación no es como me la esperaba. Él quiere una relación de tríos, cuartetos, bisexual, porno online, alcohol y drogas. Se vuelve adicto a Guía Cereza; todos los días consigue parejas o manes para acostarnos. El día que no lo consigue, no es un día de éxito para él. Invitamos a cientos de personas a nuestra casa. También visitamos bares, páginas de rebusque; y que no falten los travestis de la octava. Yo era su mejor atractivo y su conejita de indias. Gracias a mí, se conseguía sus mejores levantes. En la mayoría manes para él. Para yo aguantar todo este voltaje, tenía que drogarme en altas cantidades; también meterle al cuerpo un poco de alcohol y tabaco. Él no se alcanzaba a imaginar qué tan alto y peligroso era mi consumo. Mientras él se metía una bolsa y tres cigarros, yo ya llevaba cuatro bolsas y ocho cigarros. Esto me dejaba muda, parapléjica y sumergida en una profunda tristeza. En mis segundos de lucidez, sabía que esa no era yo; que eso no era lo que yo merecía; ni mucho menos lo que yo quería. Más ciega no podía estar.

En abril me doy cuenta que estoy embarazada. Ya tenía dos meses. Nosotros estábamos más mal de lo que empezamos. Él me dice que va a entregar ese rancho frío y asqueroso; que él se regresa para donde su mamá; y que yo debo salir de ahí. Le digo que estoy embarazada. Este cínico animal de sangre fría me pregunta que de quien. Le digo que obviamente de él. Me dice –eso fue ese día que fuimos a ese motel que queda en Candelaria. También me dice –tú sabes de siempre que yo no quiero nunca ser papá; nosotros no estamos bien; además, te puedes imaginar ¿qué puedes tener ahí adentro con todo ese consumo tuyo? ¿Lo piensas tener? Igual debes irte. Este apartamento lo voy a entregar.

Vuelta mierda cojo mis tres chiros y me largo a Bogotá donde mi mejor amiga, la Negra. Ella y su mamá me dicen que no lo tenga. Yo mientras me sigo drogando más suave.

Dos meses después, o sea, cuando ya tenía cuatro meses de gestación, me sueño con mi hija Natalia. Ella estaba vestida de ángel. Realmente era un ángel. Ella ya estaba adonde todos vamos a ir cuando seamos inertes. Me susurra con su voz –dame la oportunidad de volver a tu lado. Al día siguiente voy donde el gineco-obstetra. Le digo que estoy embarazada; que hasta ayer consumí drogas y alcohol. Él me manda todos los exámenes habidos y por haber; todos salen bien, gracias a Dios. Inicio mis controles prenatales. Me dice que debemos esperar a que nazca el bebé para ver si tiene problemas cognitivos, auditivos o de aprendizaje, ya que físicamente está bien; lo dice la ecografía 5D.

En agosto me llama Bernardo. Me dice que lo perdone; que él quiere tener la experiencia de ser papá; que me regrese a Cali. Es amoroso, tierno, ansioso, me compra [CDs] de Mozart. La bebé tiene empatía con él. Siempre que Bernardo está ahí la bebé revolotea más fuerte que una mariposa.

Un viernes 27 de noviembre, voy a mi último control prenatal. El doctor me dice que estoy en trabajo de parto. Llamo a Bernardo y le digo que debe llevarme las cosas de la bebé. Él se asusta y me dice –dime la verdad. Yo le digo –es en serio. En la casi noche, me aplican la epidural; me he pasmado; no paso de [3.5] de dilatación. A las 11:00 de la noche me meten a cirugía. A las 11:16 tengo entre mis brazos a mi mariposita de colores. Calientita la pego a mi cuerpo. Se me ha dibujado una sonrisa que no se borrará jamás. Sentí que no era el fin de mi sufrimiento, sino que era un nuevo comienzo; así como la oruga que pensó que era el fin y se convirtió en mariposa. Me dio depresión postparto. Cada llanto de mi mariposita me hacía dar ganas de escapar y eso no era lo que yo quería. Esto pasó pronto.

Con mi mariposita inicié el curso más intenso de mi existencia; este no tiene caducidad de ser consciente y de crear conciencia en ella. Sé que desde este momento debo sentir con la cabeza y pensar con el corazón. Co ella aprenderé a prueba y error; con el deseo de que cada día la tasa de error sea mínima, ya que carezco de experiencias propias y ella va a tener comportamientos propios del desconocimiento. Sólo con una dosis de amor y unas cuantas normas inamovibles, podré lograrlo.

¡Les confieso que cada vez que la veo, la pienso o la tengo junto a mí, siento mariposas de colores! ¡Te mariposeo hija!

 

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* Danna nació en Pereira y escribe desde Cali. Su contacto: dannargot@hotmail.com

 

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