Las esposas de los futbolistas
En medio de la fiesta de la Copa América de Brasil, por un par de hechos puntuales, se me ocurrió dedicarle unas líneas a las esposas de los futbolistas de Colombia.
Julio 4 de 2019. Colombia es un país que vibra con el fútbol como pocos. Les comparto que soy futbolera y considero que, emocionarme con un gol del equipo de mis amores o con una victoria de la Selección Colombia, no me quita nada como mujer y, al contrario, esta afición y mi mediano conocimiento sobre este deporte, me han abierto algunas puertas.
Al fútbol le debo haberme ganado una que otra puesta, haber tenido la excusa para cumplir un par de sueños, varios días felices, celebraciones y hasta el amor más bonito de mi historia. Pero no voy a hablarles de mi afinidad con el que, para mi, es el juego más bonito del mundo, sino de un par de sensaciones que se me quedaron prendidas en la mente durante estos días de fiesta futbolera.
La primera tiene que ver con el episodio denunciado por Daniela Mejía, la esposa de William Tesillo, el jugador de la Selección Colombia que falló el penalti frente a Chile y que dejó a la tricolor por fuera de la competencia.
Horas después de terminado el partido, Daniela contó que, a su esposo y a su familia, los estaban amenazando de muerte a través de mensajes en las redes sociales. La angustia de esta colombiana, nacida en Armenia, esposa de un futbolista, mamá de tres hijos no tiene ninguna razón de ser. Ningún partido de fútbol vale una vida. Tesillo es el valiente que se paró frente al balón para cobrar un penalti, lo que pasa después es pura suerte. Daniela es la valiente que ha ido cientos de veces a un estadio a alentar a su esposo, Daniela es la valiente que muchos domingos ha estado con sus hijos sola, porque su esposo tiene un trabajo que no le permite tener libre este día, que por tradición se comparte en familia, Daniela es la valiente que salió a dar entrevistas, y a decirle al mundo que su esposo tiene mucho miedo por las amenazas, pero que en Colombia somos más los buenos y que está segura que a lo ocurrido no se le debe dar más trascendencia.
Mi apuesta ahora no es por un resultado de un partido, mi apuesta es demostrarle a Daniela que no está sola. Que hay muchas mujeres que la respaldamos en su denuncia y que confiamos en que la sensatez y el actuar de la justicia, sean los que primen y que lo qué pasó en este partido de fútbol es solo una historia más.
La otra cosa que me puso a pensar en las colombianas y el fútbol, fue la entrevista que le escuché en La W Radio a la esposa de Duván Zapata. Diana Montaño, una sicóloga con una maestría, contaba como, para ella, ha sido muy difícil estar sola criando a sus hijos, mientras que Duván se la juega toda por defender, por hacer goles y darle alegrías a la afición de un país.
Diana contaba que es feliz y que se siente orgullosa de su esposo, pero que ha tenido que aplazar muchas cosas por el trabajo de Zapata, entre ellas, su estudio. En la entrevista hablaba de cómo su profesión de sicología le ha servido para entender muchas cosas y para tener más herramientas para educar a sus dos hijos. Escuchando a Diana se me ocurrió que, a las esposas de los futbolistas nos las han mostrado como mujeres despampanantes, que lucen la camiseta de la Selección o de los equipos de turno de sus esposos con medidas perfectas, pero que poco nos cuentan de sus historias, de sus luchas, de sus miedos, como el que tristemente tiene Daniela ahora, la mayoría de ellas son mujeres valientes, arriesgadas y que en muchos casos tienen que asumir la crianza de los hijos solas, mientras sus esposos trabajan siendo futbolistas.
El fútbol no es como lo pintan, detrás de la fiesta y del juego, hay realidades como las de estas dos colombianas que viven las consecuencias de ser las esposas de los futbolistas. No todo es color de rosa, nadie dijo que así sería, pero hay límites y, en el caso de las amenazas que denunció Daniela, los límites se sobrepasaron.
Todos confiamos en que no se repita la historia de hace 25 años cuando, por un autogol, asesinaron al jugador Andrés Escobar. Daniela salió a denunciar y ella y sus hijos y por supuesto su esposo se merecen la tranquilidad. El fútbol es un juego, que no se nos olvide.
Y, hablando de fútbol, les recuerdo que pronto a nuestra serie de entrevistas llegará la de una colombiana que se atrevió a ser futbolista profesional, desafiando muchos prejuicios qué hay en torno a las mujeres futbolistas. A diferencia de las esposas de los jugadores, en la historia de Lina Arciniegas, la futbolista de Millonarios, es ella la que no tiene un domingo libre, pero porque está en la cancha buscando cómo anotarle muchos goles a la incredulidad de un país que aún no le apuesta al fútbol femenino.
Porque el fútbol también hace parte de nuestras historias.
Angélica María Alzate Benítez
Directora Colombianas, una biografía colectiva